EXTRACTO
DE LA REGLA MASÓNICA RECTIFICADA
El imprudente que
espera la hora en que tiene que actuar para saber lo que tiene que hacer, solo
aprende por los reveses y el infortunio; y aquel que, para informarse de sus
deberes espera el momento en el que deberá cumplirlos, se expone a faltarles
siempre.
I
Adora al Ser lleno de
majestad que creó el Universo por un acto de su voluntad y que lo conserva por
un efecto de su acción continuada. Prostérnate ante el Verbo encarnado, y bendice
a la Providencia que te ha hecho nacer entre los cristianos. Demuestra en todas
tus acciones una moralidad esclarecida, sin hipocresía y sin ostentación.
II
Recuerda siempre que el
hombre fue la obra maestra de la Creación, ya que Dios mismo lo creo a su
imagen y semejanza. Convéncete de la naturaleza inmortal de tu alma, y separa
cuidadosamente este principio celeste e indestructible de mezclas extrañas.
III
Tu primera ofrenda
pertenece a la Divinidad, la segunda, al Soberano que la representa sobre esta
tierra. Quiere a tu Patria, honora a sus jefes; cumple escrupulosamente con
todas las obligaciones de un buen ciudadano, y piensa que ellas han sido
santificadas por los votos libres del Masón; infringirlas representa añadir la
ingratitud al perjurio.
IV
Salidos de un tronco
común, quiere como Hermanos a todos tus semejantes, ellos tienen un alma
inmortal como la tuya. El universo es la patria del Masón, y nada de lo que
concierna al hombre le es extraño. Respeta la asociación masónica extendida por
todas partes, y ven a dedicar en nuestros templos tu ofrenda a la beneficencia.
V
Dios, pudiendo bastarse
a sí mismo, se dignó comunicarse a los hombres. Acércate a este modelo
infinito, derramando sobre tu prójimo toda la masa de felicidad que esté en tu
poder. Todo lo que el espíritu humano pueda concebir de bueno, está sometido a
tu acción. Que una beneficencia activa, esclarecida y universal sea el
principio de tu conducta. Previene el grito de la miseria; no le seas nunca
insensible. Huye de la avaricia y la ostentación, no busques la recompensa del
bien en la aprobación de la multitud, sino en el fondo de tu corazón. Y cuando
veas que no puedes hacer dichosos a tantos como tú quisieras, mira el conjunto
sagrado de buenas acciones que nos une, y coopera según tus posibilidades y
capacidades en nuestros útiles establecimientos.
VI
Sé afable y servicial,
que tu ejemplo inspire en todos los corazones el amor por la virtud; comparte
sinceramente las penas y las alegrías de tu prójimo, y que la envidia no enturbie
jamás este gozo. Perdona a tu enemigo, ámale, hazle bien; cumplirás así con uno
de los preceptos más sublimes de la moral sagrada y reencontrarás los vestigios
de tu antigua grandeza.
VII
Sondea los pliegues
escondidos de tu corazón. Tu alma es la piedra bruta que debes desbastar.
Dedica al Ser Supremo la ofrenda de tus acciones ordenadas y tus pasiones
vencidas. Que tus costumbres sean puras y que tu alma sea cierta, pura y recta.
Evita el escándalo, teme a los frutos amargos del orgullo, que perdió al hombre.
Estudia los jeroglíficos de la Orden, ellos velan grandes verdades, y gracias a
esa meditación llegarás a ser mejor.
VIII
Todo Masón, de
cualquier comunión cristiana, país o condición que sea, es tu Hermano, y tiene
derechos sobre tu asistencia. Respeta en la sociedad las distancias legítimas.
En nuestros templos, sólo consideramos las existentes entre la virtud y el
vicio. Guárdate de establecer toda distinción profana que lesionaría nuestra
igualdad, y no te avergüences jamás en el mundo de un hombre honesto al que
aquí has abrazado como a tu Hermano. No hagas esperar el socorro que puedas
ofrecer, intenta reconducir al que se equivoca. Si se levantan nubarrones entre
los Hermanos, trabaja sin descanso por disiparlos, ya que solamente la concordia
puede cimentar nuestros trabajos.
IX
No te apartes jamás de
las obligaciones impuestas a los Masones las cuales tú has aceptado libremente;
respeta a tus superiores, obedéceles; ellos hablan en nombre de las leyes. Que
el compromiso que has formulado de guardar nuestros secretos, esté siempre en
tu memoria, si osas vulnerarlo, tu corazón siempre te lo reprochará y todos los
Masones te abandonarán.