viernes, 18 de enero de 2013

Conversaciones en el Claustro. Cuarta Entrega


“Conversaciones en el Claustro” es un espacio de reflexión en el que se intenta volver a la conversación y el diálogo sobre los grandes dilemas que atraviesan las ideas y la praxis de la masonería. Estos diálogos entre dos masones, que se encuentran en el claustro de un monasterio enclavado en el centro de una ciudad, vienen publicándose periódicamente en la página oficial del G.P.D.H. siendo ésta la cuarta entrega.

La atmósfera de serenidad que reina en el claustro encuentra a estos dos Hermanos siempre preocupados por los asuntos propios de la Orden y por el papel que les toca jugar en la sociedad moderna. El retiro permite ir más profundamente en los temas que realmente importan y que a menudo son olvidados o abordados en forma superficial. Se trata de cuestiones de orden espiritual, desde una perspectiva masónica y cristiana. Pero también de cuestiones que hacen al masón dentro del mundo, su mundo personal en el que está llamado a ser ejemplo de virtud y a distinguirse del resto por sus esfuerzos para mejorarse a sí mismo y a los demás. Es cierto que muchos de los temas expuestos sólo serán de interés para el masón que adhiere a una corriente tradicional, como es el caso del Rito Escocés Rectificado. Sin embargo, creemos que lo que exponen estos dos hermanos que dialogan va mucho más allá de un Rito puntual. Es el atardecer y el diálogo comienza...





1. Querido Hermano, una de las preguntas que siempre me he hecho es acerca de cuál es nuestro papel en la sociedad actual. Me refiero al papel de la masonería. Más precisamente de la masonería Rectificada. Hasta hace algunos años no era fácil encontrar masones Rectificados, en cambio hoy, con el advenimiento de las nuevas tecnologías podemos hallar infinidad de masonerías, cada cual proclamando sus objetivos. Pero el nuestro… ¿Cuál es la misión del masón que practica el Rito Escocés Rectificado? Es común que al acercarse a nosotros, el profano nos pregunte acerca del sentido de nuestra masonería, que nos interrogue sobre qué trabajo estará llamado a realizar una vez iniciado. Nuestras respuestas tienden a explicarle que nuestra Orden es una Escuela, en la que aprenderá, principalmente, a reconstruirse a sí mismo, pero, nuestra misión, Querido Hermano, me refiero a nuestra misión como colectivo ¿Cómo la definiríamos a un profano? 

Pienso, que en resumen, un Masón Rectificado en particular ha de ser en la sociedad y en nuestro mundo, un modelo, un referente. Como colectivo, no creo que la masonería en general, ni la Masonería Rectificada en particular, tenga ningún papel a desempeñar en la sociedad, en tanto que colectivo o grupo. En todo caso es el masón, en tanto que individuo, quien debe de actuar, en primer lugar en su entorno más inmediato, empezando por la familia, luego en su entorno de amistades y luego en su entorno social y profesional. Esta noción dista mucho de la imagen que se tiene de la masonería; en especial, en América, donde la masonería ha venido a suplir en ocasiones carencias en cuanto a servicios sociales o educacionales de sus respectivos países, haciendo con ello una interpretación parcial de la noción de beneficencia, del todo respetable y siempre aconsejable en su aplicación, sin embargo no es el objeto último de la Institución masónica de acuerdo a la óptica de la Masonería Rectificada.

Podríamos decir pues, que la misión del Masón Rectificado es la de hacer el bien, hacer el bien en su más amplio espectro, que es el auténtico sentido de la noción de Beneficencia. No olvidemos, que la Masonería Rectificada comporta por encima de ella una Orden de Caballería, y sus miembros se denominan precisamente: Caballeros Bienhechores de la Ciudad Santa, con lo cual, la noción de Beneficencia, en el sentido de hacer el bien en su acepción más amplia toma su total dimensión y hace que se convierta en la misión a desempeñar por este colectivo.

Sin embargo, la masonería en general no se pone de acuerdo sobre cual es su objetivo, su sentido y su razón de ser. Efectivamente, y creo haberlo dicho ya en otra anterior ocasión, la masonería está atacada de un exceso de libertad, que llevada a su extremo, provoca el que veamos a un montón de masones proclamando cada uno su masonería, o lo que es lo mismo: lo que ellos creen que es la masonería. Así pues, esa libertad del masón, principal bandera de la masonería especulativa se convierte en su principal dificultad, siendo mal gestionada y llevada al límite, y que definiéndolo tal cual lo he oído en ocasiones, es que la masonería o el masón no tienen límites. Si consideramos las mismas Constituciones de Anderson y Desaguliers, referente para la masonería especulativa, veremos que ignorando cuanto se precisaba respecto a la religión cristiana en todas las constituciones masónicas anteriores, nace con una absoluta falta de concreción sobre el particular, afirmando: “Aún y cuando en los tiempos antiguos los masones estaban obligados a practicar la religión que se observaba en los países donde habitaban, hoy se ha creído más oportuno, no imponerle otra religión que aquella en que todos los hombres están de acuerdo, y dejarles completa libertad respecto a sus opiniones personales. Esta religión consiste en ser hombres buenos y leales, es decir, hombres de honor y de probidad, cualquiera que sea la diferencia de sus nombres o de sus convicciones”. Si el máximo referente para la masonería especulativa nace con ésta falta de concreción, respecto a la cuestión religiosa, no nos ha de extrañar que lo que haya venido después resulte esa masonería que el hombre ha hecho a su gusto, en lugar de dejar que sea la masonería la que modele al hombre.

La imagen que de puertas a fuera pueda dar la masonería en general, unos la definirán como enriquecedora, por lo variopinta, y yo la definiría como penosa por lo falta de referentes y por no tener una idea clara de adonde va. Para muchos masones, estos referentes que yo echo en falta, pueden ser cortapisas que coartan su libertad, y en consecuencia, les conviene una masonería sin límites en que los límites se vayan inventando cada día.

La revolución masónica, si es que hay que llevarla a cabo, se tiene que realizar en el interior de cada uno de nosotros. Difícilmente podremos aportar soluciones colectivas cuando todavía no hemos resuelto las dificultades individuales. Si queremos llevar la paz al mundo, primero hemos de lograr tener esa paz en nuestro corazón. Por eso decía antes, que visto desde la óptica de la Masonería Rectificada, la misión a llevar a cabo no es como colectivo, sino más bien individual, ya que antes de querer aportar algo a los demás debemos resolver nuestras propias carencias. Antes de construir templos hemos de reconstruir el nuestro propio.

2. Yendo hacia el campo masónico propiamente dicho, la diversidad en la que está sumida la masonería es una realidad ostensible. Como bien has dicho, para algunos Hermanos esta diversidad es positiva. De hecho, la masonería se ha destacado a lo largo del tiempo por sus ideales de pluralidad y de universalidad. Sin embargo, esta creciente construcción horizontal nos ha quitado referentes. No quiero que me malinterpretes, Querido Hermano. No estoy hablando de personas sino de grandes lineamientos, grandes ideas en torno a las cuales se construye la Orden. La Orden Rectificada puede aparecer –dentro de ese campo masónico- como una masonería que se resiste a adaptarse en un mundo de laxitudes y tibiezas. Viviendo en un mundo que carece de referentes ¿Cómo explicar esta necesidad de referencia?

La necesidad de referentes es vital para el ser humano para su desarrollo y equilibrio psíquico y emocional desde el mismo momento de su nacimiento. Los médicos aconsejan dejar al bebe inmediatamente después del parto sobre el pecho de la madre, para que pueda oír los latidos del corazón de la misma, y ese sonido familiar, que oía durante el tiempo de la gestación, lo tranquilice después del traumatismo que supone el parto. Después, conforme vaya creciendo, su crecimiento se llevará a cabo en base a nuevos referentes: primero la madre y el padre, los abuelos, sus hermanos y después durante el colegio, irá añadiendo nuevos referentes que configurarán su personalidad, desarrollarán la misma y le procurarán un equilibrio emocional, o no, dependiendo de las influencias que le hayan procurado esos referentes. Incluso en las familias monoparentales o no tradicionales, esos referentes deben existir, y si no existen, entonces tendremos posiblemente un ser desequilibrado que arrastrará problemas y carencias a lo largo de toda su vida.

Toda la tradición cristiana gira en torno a la imitación de la figura Cristo, que constituye su principal referente y modelo a seguir y a realizar en nosotros. Para las iglesias católica y ortodoxa tienen en sus numerosos santos, otros tantos referentes en que sus feligreses puedan inspirarse, y tradicionalmente, al bautizar un nuevo cristiano, le imponían el nombre de un santo, para poner al recién bautizado bajo su advocación y protección al igual que le servía también de referente.

Podemos ver pues, la importancia vital de los referentes en el ser humano para su correcto desarrollo y equilibro emocional. Los referentes, son tan importantes, que los podemos llegar a sustituir pero no suprimir totalmente. Por poner un ejemplo, cuando nuestra sociedad y el mundo giraba en torno a la idea de Dios, y esa sociedad era religiosa –al margen de que esa religiosidad fuera sentida o no-, la figura del confesor era la del consejero, tanto para asuntos espirituales como no. Después, cuando la sociedad dejó de pivotar en torno a la idea de Dios, se ha tenido que sustituir la figura del confesor, y el referente que suponía, por la figura del psicólogo y el psicoanálisis, que es la forma en la que el hombre y la sociedad laicas –al margen de Dios-, tratan de explicarse a sí mismos y el mundo que nos rodea. No quiero decir con esto que el psicólogo, como profesional, sea innecesario, antes al contrario, es vital para el equilibrio del no creyente, y útil también para el creyente que vive inmerso en una sociedad “moderna” y en consecuencia laica, pero en cualquier caso, estaremos de acuerdo que tanto la figura del confesor como la del psicólogo, constituyen sendos referentes insustituibles.

Dicho esto, comprenderemos mejor que la Masonería Rectificada se identifique con un modo de entender el hombre y la humanidad desde una óptica tradicional, unida a esa concepción del mundo y su existencia girando en torno a la idea de Dios. De hecho, y por una cuestión de coherencia, para ser Masón Rectificado se ha de ser cristiano, estando vetado este sistema masónico a los no cristianos, dado que todas las enseñanzas y “referentes” (el término aparece como inevitable para la correcta comprensión de lo que decimos), están basadas precisamente en la tradición cristiana.

Por otra parte, la noción de “referente”, de dar ejemplo, es recomendada a los masones Rectificados desde el mismo grado de Aprendiz. En nuestros rituales, al cierre de los Trabajos, el Venerable Maestro despide a los Hermanos con estas palabras: “…id pues en paz a gozar del reposo que con vuestro trabajo [masónico] habéis merecido, y llevad entre los otros hombres [los no masones] las virtudes de las cuales habéis jurado dar ejemplo. Si la recomendación de “dar ejemplo” está muy presente en la clase simbólica Rectificada, lo está aún en más en la Orden Interior de Caballería, donde es aconsejada en multitud de ocasiones, tanto en el ritual de Escudero Novicio como en el de Caballero Bienhechor de la Ciudad Santa. Si a alguna cosa estamos llamados como Masones Rectificados y como Caballeros, es a ser un ejemplo de virtud ante el mundo en que vivimos, en primer lugar, claro está, a título personal, pero como sea que el hombre es un ser social, también estamos llamados a ser ejemplo colectivamente ante el mundo, es decir, en tanto que masones Rectificados. Lo que vale para los masones Rectificados, sirve también para el resto de masones, aunque ellos lo hayan olvidado, pues me constan los llamados a la virtud que figuran en el Código Moral Masónico, al uso en la mayoría de sistemas masónicos, solo que en ese Código la visión que del hombre se tiene ya no es trascendente; se encuentra desgajada de la Omnipresencia de Dios, y en consecuencia rebajada y diluida con el resultado que todos podemos comprobar.

La necesidad de adaptación de la masonería al mundo merece una consideración aparte. Hay ciertas verdades –me refiero a las verdades sagradas- que no pueden adaptarse al mundo sin vulgarizarlas y rebajarlas, de modo que hay que analizar esta adaptación desde esta perspectiva. Pongamos por ejemplo las Verdades que sustentan las Iglesias, siempre tachadas de falta de adaptación al mundo que las rodea. Si las Iglesias deja de sustentarlas, cediendo a la corriente y tratando de adaptarse a las desviaciones mundanas –desviaciones que el mundo moderno denomina “cambios”-, dejarán de prestar su función de “referentes” para los creyentes, pues constituyen los fundamentos doctrinales sobre los que se basa la fe de los creyentes. Si trasladamos esto al ámbito masónico, bipolarizado en función a dos corrientes o posicionamientos: el de la Gran Logia Unida de Inglaterra y el del Gran Oriente de Francia, el primero conocido como el de masonería Regular y el segundo como Liberal, veremos que el Gran Oriente de Francia, ha corrido como nadie para adaptarse a los cambios habidos en la sociedad, abriéndose a las peticiones y exigencias de la sociedad, mientras que la Gran Logia Unida de Inglaterra, continúa mal que bien, tratando de mantener su posicionamiento, en base a unos principios particulares instituidos por ella misma –principios, por otra parte, algunos de ellos relativos a la estructura que según ellos hay que tener-, que al no poder ser compartidos por Obediencias como el Gran Priorato de Hispania, nos obliga y condena a una difícil convivencia con la masonería dicha Liberal. La Masonería Rectificada, tal cual es entendida en el Gran Priorato de Hispania, se identifica más con la Gran Logia Unida de Inglaterra que con el Gran Oriente de Francia, pero al ser la Masonería Rectificada restringida exclusivamente a cristianos, hace que a la inconcreción inglesa en cuanto a religión, le resulte incómoda nuestra precisión religiosa y al liberalismo francés también, pues su amplia tolerancia lo tolera y soporta todo menos la fe cristiana.
Esta es la realidad de la Masonería Rectificada del Gran Priorato de Hispania.

3. Nuestra Orden lleva más de dos siglos de vida. Nació como una necesidad de volver a la masonería a los cauces antiguos. Su existencia se debe a la valentía de un grupo de Hermanos que en medio de un mundo convulsionado, al borde del colapso, como lo era la década de 1780, hizo oídos sordos a la confusión reinante y se abocó a la tarea de reconstruir (rectificar) una tradición que debía preservarse. Willermoz, Brunswick, Turkheim, De Virieu, Hesse Casel, todos ellos eran conscientes de los peligros de su tiempo. Querido Hermano ¿No es acaso el nuestro, un mundo convulsionado por peligros inminentes? ¿No deberíamos emular a los padres del RER y abocarnos a cimentar la Tradición que hemos heredado?

Si el último cuarto del siglo XVIII fue convulso para la Masonería, no lo es menos este primer cuarto del siglo XXI, como tampoco lo fue menos el siglo XIX ó el XX. La historia de la masonería tiene paralelismos con la historia del hombre, como el Templo de Salomón, con sus destrucciones y reconstrucciones guarda paralelismos con la epopeya del ser humano. Y es que por mucho que la humanidad y el mundo haya cambiado, en esencia, las necesidades del hombre siguen siendo las mismas, y me refiero no solamente a necesidades físicas sino también metafísicas. Una vez satisfechas las necesidades materiales más elementales, como el comer, el vestirse y procurarse un techo, hay otras necesidades no materiales que pueden resultar al hombre tan acuciantes como las primeras. Es a esas necesidades que la Masonería Rectificada puede dar respuesta, y lo hace partiendo de la base que le ofrece la Tradición cristiana.

Como bien dices, el Régimen Escocés Rectificado, nació como una Reforma de la masonería existente en el siglo XVIII, que se había banalizado y vulgarizado convertida casi en reuniones de taberna, al haber perdido de vista la necesidad trascendente del ser humano, y volviendo dicha Reforma a anclarla en la que había sido su base de origen en tiempos de la masonería operativa, la tradición cristiana, recibida de manos de la orden benedictina, que supo darle con ésta aportación, una dimensión espiritual y trascendente al simple oficio de construir, en virtud de la cual, el constructor, a la vez que construía el templo físico, construya también su templo interior.

Todo este trabajo de los fundadores del R.E.R. se llevaba a cabo en una época particularmente convulsa de la sociedad francesa que tuvo como colofón final la Revolución de 1789 y todos los hechos y pasiones que se desencadenaron a partir de esa fecha en el denominado siglo de las Luces que procuró también inmensas sombras. Esa época convulsa, en la que se mezclaban buscadores puros de corazón con embaucadores y estafadores de distinto pelaje, coetánea a la creación del R.E.R., hacía de Francia un hervidero en el que se confundían legítimas aspiraciones con otras absolutamente quiméricas. La Revolución Francesa y los acontecimientos que de ella se derivaron, hicieron que el Régimen Escocés Rectificado y su mensaje no pudieran enraizar y tuviera que exiliarse a Suiza hasta comienzos del siglo XX, sin que por otra parte no llegara a desaparecer nunca.

Como siempre sucede, los peores enemigos son los interiores, y a día de hoy, es más necesario que nunca el estar sumamente vigilantes para que el depósito recibido, fruto de la Reforma a que me refería, no se vea alterado y adulterado por herederos de aquellos falsos profetas que profesan doctrinas equivocadas y olvidan que Willermoz, Turckheim y los suyos, llevaron a cabo la creación del Régimen Escocés Rectificado, precisamente para volverlo a anclar en la doctrina cristiana que junto al derecho romano, vertebró y articuló lo que conocemos hoy como Europa y la civilización occidental, con todos sus defectos, pero también virtudes. Hoy más que nunca, aquellos que tienen responsabilidades en la dirección del Régimen Escocés Rectificado –al margen de fronteras políticas o nacionales, ya que el R.E.R. trasciende dichas nociones fronterizas, interesando a todos-, estén más atentos que nunca para evitar que una malentendida tolerancia, que queriendo evitar la amputación de un miembro, propicie la gangrena y la infección del cuerpo entero. Como dicen nuestros rituales: “Sed pues indulgente con aquel que se encuentre en el error, pero que ame la verdad y la busque de buena fe. Los consejos, las máximas de la Orden, los emblemas, los mismos símbolos, y aún más, los buenos ejemplos de los Hermanos, serán para él un lenguaje elocuente que se le hará provechoso. (…) Pero aquel que está subyugado por el espíritu de independencia y las inclinaciones desordenadas de su corazón, que por su tono y costumbres, aunque sea por imitación, o aún por ligereza, critica las verdades religiosas, o habla de ellas con indiferencia o menosprecio, no mancille jamás con su presencia el Templo que los Masones elevamos a la virtud y la verdad. Que jamás tengáis que reprocharos, haber consentido tal profanación.

El Régimen Escocés Rectificado, no tiene otra doctrina –no puede tenerla si realmente aspira a ser y denominarse Masonería cristiana, crisol y lugar de encuentro de las distintas confesiones cristianas- que la doctrina dimanante de los cuatro primeros Concilios en la que convergen todas las Iglesias cristianas, esclarecida a la luz de los Padres de la Iglesia. Últimamente han aparecido voces entre nuestras filas Rectificadas, que abrogándose una autoridad sobre el R.E.R. que no tienen, han especulado en internet y en las redes sociales, pontificando sobre aquello que hay que creer y profesar si se quiere ser miembro de la Orden Rectificada, proclamando una supuesta doctrina rectificada propia y particular que entraría en colisión directa con los dogmas de fe que profesamos los cristianos adscritos a las distintas confesiones cristianas que componen la Orden Rectificada y poniendo en tela de juicio las verdaderas intenciones y propósitos de nuestros propios fundadores. Como decía anteriormente, los principales enemigos de la masonería son los mismos masones, y en nuestro caso, los principales enemigos de la Masonería Rectificada podemos encontrarlos entre nosotros. Aquellos de nuestros dirigentes que tienen sobre ellos la responsabilidad del Depósito del R.E.R. no pueden permanecer impasibles ante tales ataques, que pretenden crear la confusión entre los espíritus de los Hermanos más tibios o con fe menos fortalecida, aprovechando los resquicios que permite el clima propiciado por el mundo actual que deja creer que todo es posible. Decididamente ante tales situaciones, es mejor amputar un miembro antes que permitir que la gangrena consuma todo el cuerpo.

Por supuesto que hemos de emular a los padres del R.E.R. y concentrarnos en cimentar la Tradición que hemos heredado. El R.E.R. es lugar de encuentro entre los masones cristianos; un lugar que permite vivir en plenitud y sin dificultad la doble condición de masón y de cristiano. Eso es lo que pretendieron nuestros fundadores y los masones Rectificados de hoy, debemos velar para que continúe siéndolo, libre de tendencias interesadas que pretenden convertir la Orden Rectificada en una secta. La atención por el trabajo ha de ser continuada y peligros nos encontraremos ahora y en el futuro, y los masones Rectificados hemos de aprender a sujetar firmemente la paleta para construir en una mano y en la otra la espada para defendernos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nueva edición de "La Masonería y sus orígenes cristianos"

Comentarios a la nueva edición de "La Masonería y sus orígenes cristianos"

Editorial Kier acaba de publicar una nueva edición de "La Masonería y sus orígenes cristianos" . Me alegra que esta edición vea l...